¿Cuantas veces deberá ella caminar por la habitación, entre el desespero, entré la rabia que quiere sentir, entre un sollozo ahogado en los lagrimales de sus ojos porque en verdad no hay de que llorar? Miremos desde lejos el panorama de su momento, está quien la abraza, la toma de la mano y sonríe a sus amigos, los que de él no son. ¿Cual es el pesar?, el simple de saberse enamorada, enamorándose mejor, y no quiere en verdad hacerlo, no es porque no quiera, es porque quiere romper los límites del patriarcado, y el sexismo, del binarismo del mundo que nos une de a dos, (¿quien piensa en eso cuando en la práctica, en verdad está queriendo, y cuando es tan temprano en ese querer?), todo eso que parece ser el camino a las mejores personas. Solloza ahogada por eso pues se cree ya en enamoramiento, y aceptarlo, a él, a ella misma; que cosa tan cruel está la que se inventan en las medidas de tiempo, pues parece ser demasiado pronto para que se sienta así. Y ahora él pensará qué, quién sabe que diablos piense, ella piensa que puede que piensen todos los demás que es muy pronto. Entonces decidió ser completamente política antes de sentarse de nuevo en su escritorio de vidrio, con la libreta de cartas que le regalo esa con la que ya estuvo, pero a la que nunca había querido escribirle como ahora desea tanto hacerlo a otro; toma una hoja blanca, que es más sería que una de colores, lapicero negro, en todo el centro:
"Que si es de hacer algo, es de mandarlo todo a la mierda. Tengo un terror inmenso aquí en el centro del estomago, porque ahí se siente, el motivo, son esos dos mundos de los que venimos, que tan diferentes son, que en el silencio pienso que tal vez jamás nos entenderemos. Y con ese terror le quiero expresar esto. De enamorarme, si, puede que ya ande en esas, de usted a profundidad. Espero que sea eso suficiente para que entienda que esto será lo que sea, y que procuraré dejar en un cajón todas las reglas de lo que debiéramos ser. Como me dijo un día, creo que ya podemos asumir lo que pase, y si la cagamos, lloraremos en el hombro del otro antes de despedirnos para nunca jamás, por ahora, déjeme dormir una eternidad de diez minutos en su pecho".
Suya
Así firmo porque hace mucho quería intentarlo, cerrar un sobre blanco, su nombre, el de él en la solapa, y mejor se acuesta a dormir, porque la oficina postal está lejos y no tiene monedas para una estampilla.